Mi historia: de la adolescencia a mis 21 años
Cuando miro hacia atrás, me doy cuenta de que mi adolescencia fue una mezcla de caos, descubrimientos y cambios que, en ese momento, no sabía que me estaban formando. Viví esos años como muchas personas: con emociones intensas, dudas constantes y una búsqueda continua de quién era yo realmente.
En mi adolescencia sentía que todo era urgente. Las amistades eran lo más importante, las opiniones ajenas pesaban más de lo que yo quería aceptar, y cada decisión parecía enorme. Me cuestionaba quién quería ser, cómo quería verme, qué quería lograr. Había días en los que me sentía perdida, como si el mundo avanzara y yo sólo tratara de alcanzarlo, y otros días me sentía segura de lo que podía lograr. Era una etapa de crecer a golpes y a veces también con pequeñas victorias que nadie veía, pero que para mí significaban mucho.
Con el tiempo fui entendiendo mis límites, mis gustos, mi forma de pensar y hasta mis heridas. Aprendí a decir "no", a cuidar mi energía, a soltar amistades que no eran para mí y a valorar las que sí. La adolescencia me enseñó que cambiar no es traicionarse, sino evolucionar.
Ahora tengo 21 años. Y aunque sigo aprendiendo, ya no soy la misma de antes. Entré a la adultez temprana cargando todo lo que viví, pero también con una versión más consciente de mí. A esta edad entendí que la vida no viene con instrucciones —nadie sabe exactamente qué está haciendo—, pero cada decisión que tomo me va construyendo.
Hoy estoy en una etapa donde tengo más claridad sobre mis metas, mis límites y lo que quiero para mi futuro. Sigo teniendo dudas, claro, pero ya no me asustan como antes. Ahora sé que dudar también es parte del camino. A mis 21 años reconozco mi fuerza, mis miedos, mis aprendizajes, y me permito avanzar a mi propio ritmo.
No todo ha sido fácil, pero cada etapa me dejó algo: la intensidad de mi adolescencia, la confusión de mis 19, y ahora la determinación de mis 21. Estoy creciendo, cambiando y construyendo mi historia, una que apenas comienza, pero que ya tiene raíces fuertes.
Mi historia: entre la adolescencia y la adultez
Yo Ruth Jimena Vera Serrano. Contare un poco como viví mi etapa de la adolescencia ya que ahora me encuentro estudiando la carrera de psicología.
Bueno mi vida a veces se divide en dos capítulos, la adolescencia, donde todo parecía un torbellino, y este nuevo inicio a mis 19 años, donde apenas voy entendiendo qué significa ser adulta.
Cuando era adolescente vivía todo intensamente. Cada emoción era enorme: la alegría, la tristeza, la confusión, la ilusión. Me cuestionaba todo: quién era, qué quería, si encaja, si estaba tomando las decisiones correctas. Había días en los que me sentía capaz de comerme el mundo y otros en los que no sabía ni por dónde empezar. A veces sentía que nadie me entendía, pero en el fondo yo tampoco entendía del todo lo que me estaba pasando. Era una etapa donde buscaba mi lugar, mis amistades, mi identidad. Cada cambio me hacía dudar, pero también me enseñaba algo.
Y aunque hubo momentos difíciles, también hubo cosas hermosas: descubrí qué me gusta, qué me molesta, qué me mueve. Empecé a conocer mi voz, mi carácter, mi forma de ver la vida. Todo eso, aunque no lo entendía en ese momento, me estaba preparando para lo que venía.
Hoy tengo 19 años. Sigo siendo joven, pero ya no soy la adolescente que fui. Entré a la adultez sin manual y sin instrucciones, pero con un poquito más de claridad. Entendí que crecer no es tenerlo todo resuelto, sino aprender a caminar aunque haya dudas. Ahora veo cómo mis decisiones importan más, cómo mis sueños empiezan a tomar forma, y cómo mis miedos también pueden convertirse en fuerza.
Estoy en una etapa donde me toca decidir quién quiero ser, no sólo quién fui. Donde aprendo a soltar cosas, a elegir otras, a responsabilizarme, pero también a disfrutar. La adultez, aunque apenas la estoy conociendo, se siente como un espacio donde puedo construirme a mí misma con más libertad.
Sigo creciendo. Sigo cambiando. Pero lo que sí tengo claro es que cada parte de mi adolescencia me preparó para estar aquí: más consciente, más fuerte y más yo.